Nuestra comunidad está formada por familias de diversas culturas e idiomas, lo que enriquece nuestra experiencia educativa y fomenta una visión amplia del mundo. Estamos acostumbrados a integrar niños de diferentes orígenes lingüísticos y culturales, brindándoles un espacio donde se sientan acogidos y puedan desarrollarse plenamente.
Nuestra metodología se basa en la visión global del ser humano: hacer, sentir y pensar. Integrando el aprendizaje con la experiencia, fomentamos el desarrollo integral de los niños a través de un currículo académico estructurado, la contención emocional y el conocimiento vivo.
En los primeros años, priorizamos un entorno que respete el ritmo natural de los niños, permitiendo que el aprendizaje emerja a través de la imitación y la exploración libre. Nuestro espacio está diseñado con materiales naturales y actividades que fortalecen el desarrollo sensorial, cognitivo y social. A través del juego libre, las artes y el contacto con la naturaleza, los niños construyen bases sólidas para su crecimiento integral.
El movimiento es una expresión esencial de la vida en Tierra Libre. Desde el jardín de infancia, los niños experimentan el mundo a través del cuerpo: corren, trepan, saltan y juegan libremente en espacios naturales que invitan a la exploración y a la conexión con su entorno. Este impulso vital se transforma en la primaria en formas más intencionadas de movimiento, como el parkour, que atraviesa todos los grados como una práctica que fortalece la voluntad, el equilibrio y la confianza en uno mismo. En los primeros años de primaria, también se cultiva la expresión a través de la danza y el movimiento corporal, donde los niños descubren el ritmo, la coordinación y la alegría de habitar su cuerpo desde la música y el juego. Así, el movimiento en Tierra Libre no es solo una actividad física, sino una vía de desarrollo integral que armoniza lo corporal, lo emocional y lo creativo.